domingo, 31 de marzo de 2013

Pregunta 2. Baudelaire


La obra y su contexto
La aportación fundamental de Baudelaire fue la publicación de Las flores del mal en 1857, obra en la que el poeta trata las correspondencias entre el Cielo y la Tierra y recuerda la tragedia del ser humano. Es el libro fundacional de la poesía contemporánea y el más influyente. Es un libro de estructura unitaria que sigue un orden psicológico, la trayectoria del alma del poeta, y que gira en torno al tema de la angustia vital o spleen y la aspiración hacia una esfera espiritual superior o ideal.
La primera edición abarcó la práctica totalidad de la obra poética de Baudelaire hasta la fecha: un prólogo al lector y  cien  poemas agrupados temáticamente en cinco secciones:
Spleen e ideal, estos poemas muestran la distancia entre la realidad y el ideal. Las formas de huida fracasan y triunfa el Spleen. Expresan como el poeta se debate entre el bien y el mal, cielo e infierno, Dios y Satán. Presenta diversas formas de salvación pero finalmente domina el Spleen, es decir, el abatimiento, el tedio, el hastío y la angustia ante el tiempo.
El vino, elogio de los paraísos artificiales, el poeta se evade de la realidad en la bebida, drogas  y en la lujuria.
Flores del mal, constituye la parte central de la obra. En ella, expresa la atracción irresistible del mal, cede hacia la destrucción y tampoco encuentra la solución a su malestar. La mujer aparece como una figura diabólica que lo aleja de Dios. Esta sección representa la huida por la vía maligna.
Rebelión, retoma un rasgo esencial del alma romántica, la rebeldía. El poeta satánico, tenebroso y blasfemo reniega de Dios y propone una verdadera lucha contra las vías ortodoxas de salvación.
La muerte, constituye el final del viaje. Exalta la muerte como reacción ante el materialismo burgués, solo la muerte puede librar al hombre de un mundo lleno de miserias.

La segunda edición elimina seis poemas que fueron censurados por atentar contra la moral pública y religiosa, pero añade 35 nuevos poemas  y una nueva sección Cuadros parisienses. La edición definitiva en 1868 recupera los seis poemas prohibidos  así como los que su publicaron en Ascuas, constando de 151 poemas.
En Cuadros parisienses el poeta descubre en la ciudad de París la belleza fugitiva y sus gentes para tratar de olvidar la angustia fundiéndose con la multitud. Los protagonistas son los marginados, ancianos y perdedores, con los que se siente solidario. Es el primer poeta que hace de la aglomeración de la gran ciudad el asunto de sus poemas.
En la obra el sustantivo “mal” alude tanto al estilo del poema como a su contenido. Formalmente son “flores/poemas” enfermizas porque no respetan el estilo ni los recursos de la poesía precedente; tampoco respeta las rimas ni los esquemas acentuales más comunes. Temáticamente son flores del mal porque se abordan temas marginales y sórdidos alejados de la moral convencional.

Rasgos característicos de la obra:
-          Constituye una exaltación del mal, de su belleza, pero en el fondo existe en el poeta una honda aspiración hacia la belleza inmortal que trata de alcanzar a través de símbolos.
-          La cosmovisión poética de Baudelaire radica en su concepto de correspondencia, concibiendo el mundo como una dualidad de fuerzas espirituales y materiales.
-          El amor a la mujer se convierte en objeto poético de culto.
-          El poeta considera los sentidos y el espíritu como la base de conocimiento, de ahí el empleo recurrente de la sinestesia.
-          El ansia de evasión despierta el interés por ciertos aspectos sórdidos como la enfermedad, la muerte, las clases más bajas de la sociedad o las drogas.
-          Presenta una postura crítica con la nueva la realidad burguesa e industrial y sus valores.
-          El lenguaje cotidiano se incorpora a la poesía.
Las flores del mal es una obra de concepción clásica en su estilo y oscuramente romántica por su contenido. Baudelaire expone en ella la teoría de las correspondencias y, sobre todo, la concepción del poeta moderno como un ser maldito y rechazado por la sociedad burguesa, a cuyos valores se opone. Esta obra anticipará tanto los movimientos poéticos del fin de siglo en Francia como la poesía de vanguardia del XX.

Obra
Además de poeta, Baudelaire fue crítico de arte y teórico de estética. Tradujo a Poe y escribió dos recopilaciones de prosas poéticas: El Spleen de París y Pequeños poemas en prosa, obra con la que emprende un nuevo género en la poesía contemporánea, el poema en prosa, musical, sin ritmo ni rima.
Escribió una única novela La Fanfarlo, autorretrato como dandi exquisito. En Los Paraísos artificiales, obra en prosa,  estudia los diferentes medios que pueden conducir al hombre a la embriaguez para potenciar las fuerzas naturales adormecidas por la razón.
Buena muestra de su trabajo como crítico son sus Curiosidades estéticas, recopilación póstuma de sus apreciaciones acerca de los salones, al igual que El arte romántico obra que reunió todos sus trabajos de crítica literaria. Fue pionero en el campo de la crítica musical y destaca su opinión favorable sobre la obra de Wagner al que consideraba síntesis de un arte nuevo.
La primera edición de sus obras completas se publicó en 1939.

jueves, 28 de marzo de 2013

Pregunta 1 Baudelaire y su época



Queridos todos: espero que estéis  descansando y también que le dediquéis algo de tiempo al estudio de los próximo exámenes del simulacro. Lo prometido es deuda, aquí os dejo el resumen de la pregunta 1 del examen de Baudelaire que tendremos a mediados de abril. ¡Ánimo! :)


Charles Pierre Baudelaire  nace  en París en 1821, en el seno de una familia acomodada, pero la temprana muerte de su padre marcará su infancia. Su madre contrae segundas nupcias con un coronel, más tarde general y senador, con el que el poeta mantuvo una difícil relación. Fue internado en el Colegio Real de Lyon hasta sus dieciocho años, momento en el que fue expulsado. Comienza a frecuentar el ambiente bohemio del barrio latino. Alarmado su padrastro por su conducta libertina lo envía a Calcuta, pero Baudelaire aprovechó una escala del barco en la isla de Reunión para quedarse allí una temporada, hecho que quedará patente en su obra posterior. A su regreso a Francia, siguió de nuevo en París con su vida libertina y bohemia haciéndose cargo de una parte de la herencia de su padre.
Su profundo rechazo de la vulgaridad lo llevó a diferenciarse con la máscara de dandi. Sus ideas políticas republicanas y socialistas lo llevarían a participar en las barricadas de la revolución de 1848. En 1857 publica Las flores del mal, obra que se consideró una terrible ofensa contra la moral pública y por la que fue juzgado y condenado a pagar 300 francos y a retirar seis poemas. Años más tarde viaja a Bélgica donde residió hasta su regreso a París en 1866, arruinado y endeudado, donde muere a causa de la sífilis en 1867.
Baudelaire fue un gran poeta, crítico de arte, conferenciante y traductor francés. Uno de los principales pilares de la renovación lírica en la segunda mitad del siglo XIX y faro de toda la modernidad europea: la del Simbolismo y la de las vanguardias de los años 20. Llamado poeta maldito por su vida bohemia, sus excesos, y la visión del mal que impregna toda su obra, representa además la doble imagen del poeta bohemio, dandi aristocrático que desprecia a la sociedad por su falso sentido del progreso, su hipocresía moral y su afán de lucro y poder. Influyeron sobre él artistas  de la talla de Gautier, Maistre, Wagner o Allan Poe.
La Europa posterior a 1848 se caracteriza por un rápido crecimiento demográfico, por la expansión económica centrada en el avance de la industrialización, la intensificación del comercio y por un notable progreso técnico. Además, la consolidación de la burguesía que tiende hacia posiciones conservadoras para salvaguardar sus nuevos privilegios frente a las crecientes presiones del proletariado urbano. Se crea la Primera Internacional  y proliferan los movimientos revolucionarios. Los escritores, desde periódicos y revistas, se enfrentarán a este ambiente desde distintos ángulos. Esta tensión social explica la aparición de gobiernos autoritarios conservadores como el de Napoléon III en Francia. La revolución de 1848 en Francia empezó a fraguar un mundo nuevo.
La confusión entre progreso científico, técnico y económico y progreso moral explica el malestar general de la generación de Baudelaire.
Las principales doctrinas filosóficas, políticas y científicas del momento serán el positivismo filosófico de Comte, el avance la ciencia al aplicar los principios del positivismo (Darwin, Mendel), y la crisis del racionalismo y las teorías de Shopenhauer, Nietzsche o Freud. Marx publica El Capital en 1867 y con ella se originará el Comunismo.
Respecto al movimiento literario en el que se encuadra, Baudelaire fue el poeta de mayor impacto en el Simbolismo francés y se convertiría en el precursor del Decadentismo de final de siglo. Son varias las corrientes que coinciden en este periodo literario finisecular o Posromanticismo conocidas como ESTETICISMO. Estas tendencias comparten unas características comunes:
-       
             Oposición al sentimentalismo de origen romántico
-          Rechazo de los ideales burgueses
-          Rebeldía individual y social
-          Concepción no utilitaria del arte y de la literatura
-          Defensa de la autonomía del arte

Con el surgimiento de la literatura moderna nacen  nuevas formas de expresión artística, con iniciadores como Baudelaire o Whitman, aunque hasta los movimientos vanguardistas no podemos hablar de ruptura total con el arte anterior:
Destaca el Simbolismo que  constituye una reacción contra el formalismo parnasiano. Arranca en Francia a finales del XIX con la obra de Baudelaire. El significado se transmite a través de símbolos y se defiende la autonomía del arte respecto a la realidad. Aportarán los simbolistas la mayor renovación formal del género lírico ( importancia de los sentidos, musicalidad de las palabras, uso de la sinestesia, empleo del símbolo, uso del verso libre, perfección de las rimas, empleo exagerado de las metáforas, lenguaje poético que evoca, etc). Esta corriente estética culmina en las figuras de Mallarmé, Verlaine y Rimbaud y se prolonga en figuras importantes del siglo XX como Eliot en Inglaterra o Rilke en Alemania.
En esta misma época se desarrolla en Francia el Decadentismo que  toma la dirección descendente hacia el infierno con temas y motivos relativos a lo morboso y letal, a la depravación y a la corrupción, mientras que el Simbolismo busca la belleza suprema.

lunes, 11 de marzo de 2013

Carta a su madre Baudelaire


De Cartas a la MadrePor CHARLES BAUDELAIRE
Traducción de Roberto Monsberger, 1993, España (Barcelona).
Editorial Grijalbo-Mondadori.
6 de mayo de 1861
    Mi querida madre, si posees realmente un alma maternal y si todavía no estás harta, ven a París, ven a verme, e incluso ven por mí. Yo, por mil razones terribles, no puedo ir a Honfleur en busca de lo que tanto desearía, un poco de ánimo y unas caricias. A fines de marzo te escribía: ¿Volveremos a vernos algún día? Me encontraba en una de esas crisis en que uno contempla la terrible verdad. No sé lo que daría por pasar unos días a tu lado, tú, el único ser de quien pende mi vida, ocho días, tres días, unas horas.
    No lees mis cartas con atención; tú crees que miento, o al menos que exagero, cuando hablo de mis desesperaciones, de mi salud, de mi horror a la vida. Te digo que querría verte y que no puedo correr a Honfleur. Tus cartas contienen numerosos errores e ideas equivocadas que la conversación podría rectificar y que volúmenes de escritura no bastarían para destruir.
    Cada vez que tomo la pluma para exponerte mi situación, tengo miedo de matarte, de destruir tu débil cuerpo. Y yo estoy sin cesar, sin que tú lo sepas, al borde del suicidio. Yo creo que tú me quieres apasionadamente; ¡está tan ciego tu entendimiento, pero tienes tanta grandeza de carácter! Yo, de niño, te he querido apasionadamente; más tarde, obligado por tus injusticias te he faltado al respeto, como si una injusticia materna pudiese autorizar una falta de respeto filial; y con frecuencia me he arrepentido, aunque, según mi costumbre, nada haya dicho. Ya no soy aquel niño ingrato y violento. Largas meditaciones sobre mi destino y sobre tu carácter me han ayudado a comprender todas mis faltas y toda tu generosidad. Pero, en resumidas cuentas, el mal ya está hecho, hecho por tus imprudencias y por mis faltas.
    Es evidente que estamos destinados a queremos, a vivir el uno para el otro, a acabar nuestra vida lo más decorosa y lo más tranquilamente que sea posible. Y no obstante, en las circunstancias terribles en que me encuentro, estoy convencido de que uno de nosotros matará al otro y de que terminaremos por matarnos mutuamente. Después de mi muerte, tú no podrás seguir viviendo, eso está claro. Yo soy el único motivo que te hace vivir. Después de tu muerte, sobre todo si murieses a consecuencia de un choque causado por mí, me mataría, eso es indudable. Tu muerte, de la que hablas a menudo con demasiada resignación, no modificaría en nada mi situación; el tutor seguiría (¿por qué no iba a seguir?), todo se quedaría sin pagar, y yo tendría, además de la pena, la horrible sensación de un aislamiento absoluto. Matarme yo, es absurdo ¿no es cierto? «Entonces, piensas dejar a tu anciana madre completamente sola», dirás. A fe mía que si no tengo estrictamente derecho, creo que la cantidad de pesares que he soportado casi treinta años me haría digno de disculpa: « i Y Dios! » dirás. Deseo de todo corazón (¡y nadie mejor que yo puede saber con qué sinceridad!) creer que un ser exterior e invisible se interesa por mi destino; pero ¿qué hacer para creerlo?
    (La idea de Dios me hace pensar en ese maldito cura. En medio de la penosa impresión que va a causarte mi carta, no quiero que le consultes. Ese cura es mi enemigo, tal vez por pura estupidez.)
    Volviendo al suicidio, que no es una idea fija pero que reaparece en épocas periódicas, hay algo que debe tranquilizarte. No puedo matarme sin dejar en orden todas mis cosas. Todos los papeles que tengo en Honfleur están en una enorme confusión. Por lo tanto, tendría que trabajar duro en Honfleur, y una vez allí ya no podría irme de tu lado. Pues debes suponer que de ninguna manera iba a querer mancillar tu casa con una acción tan detestable. Además tú te volverías loca. Y ¿por qué el suicidio? ¿Es a causa de las deudas? Sí, y sin embargo, las deudas se pueden superar. Es, sobre todo, a causa de un cansancio espantoso resultado de una situación insostenible, demasiado prolongada. Cada minuto me demuestra que he perdido las ganas de vivir. Una gran imprudencia cometiste tú en mi juventud. Tu imprudencia y mis viejas faltas pesan sobre mí envolviéndome. Mi situación es atroz. Hay gente que me saluda, hay gente que me busca. Quizá la haya que me envidie. Mi situación literaria es mejor que buena. Podría hacer lo que quisiera. Me publicarán todo. Como tengo una clase de talento impopular, ganaré poco dinero, pero dejaré tras de mí una gran fama, lo sé, —siempre que tenga el valor de vivir. Pero mi salud espiritual, —detestable; tal vez perdida. Todavía tengo proyectos: Mi corazón al desnudo, novelas, dos dramas, de los cuales uno para el Teatro Francés ¿los haré algún día? Ya no lo creo. Mi situación en relación con la honorabilidad, espantosa, —eso es lo peor. Ni un momento de reposo, insultos, ultrajes, afrentas como no puedes hacerte idea y que corrompen la imaginación, la paralizan. Gano un poco de dinero, es verdad; si no tuviese deudas, y si ya no me quedase patrimonio alguno, SERIA RICO, fíjate en lo que te digo; podría darte dinero, podría sin peligro ejercer mi caridad con Jeanne. Volveremos a hablar luego de ella. Eres tú quien ha provocado estas explicaciones. Todo ese dinero se va en una existencia manirrota y malsana (pues vivo muy mal) y en el pago, o más bien en la amortización insuficiente, de antiguas deudas, en gastos de tribunales, en papel timbrado, etc...
    Enseguida pasaré a las cosas reales, es decir actuales; pues, en verdad, necesito que alguien me salve y sólo tú puedes hacerlo. Quiero hoy decirlo todo. Estoy solo, sin amigos, sin amante, sin perro y sin gato ¿a quién contarle mis penas? No tengo más que el retrato de mi padre, siempre mudo.
    Me encuentro en el mismo terrible estado de ánimo que experimenté en el otoño de 1844. Una resignación peor que la indignación.
    Pero mi salud física, que necesito para ti, para mí, para mis obligaciones ¡esa sigue siendo la cuestión! Tengo que hablarte de ella por más que tú le prestes tan poca atención. No hablaré de esas afecciones nerviosas que me destruyen día a día y que anulan el ánimo, vómitos, insomnios, pesadillas, desmayos. Con demasiada frecuencia te he hablado de ellas. Pero es inútil usar de pudor contigo. Ya sabes que siendo muy joven tuve una afección virulenta, que más tarde creí totalmente curada. En Dijon, después de 1848, tuve un rebrote. De nuevo se pudo paliar. Ahora vuelve en forma distinta, de manchas en la piel y de una extraordinaria fatiga en todas las articulaciones. Puedes creerme, sé de lo que hablo. Puede ser que dentro de la tristeza en que estoy sumido, el terror me haga creer mayor el mal. Pero necesito un régimen severo, y no es con la vida que llevo como podré librarme de aquello.
    Hubo en mi infancia una época de un cariño apasionado hacia ti; escucha y lee sin temor. Nunca te habré dicho tanto. Recuerdo un paseo en simón; acababas de salir de un sanatorio en donde habías estado recluida, y me enseñaste, para demostrarme que habías pensado en tu hijo, unos dibujos a pluma que habías hecho para mí. No dirás que no tengo una memoria tremenda. Más tarde, la plaza de Saint-André-des-Arts y Neuilly. ¡Largos paseos y mimos continuos! Recuerdo aquellos muelles tan tristes en el atardecer. ¡Ah!
    Para mí fue la época feliz de las caricias maternales. Perdóname si llamo época feliz la que sin duda para ti fue tan mala. Pero estaba siempre presente en ti; tú eras únicamente mía. Eras a la vez un ídolo y un compañero. Quizá te sorprenda que pueda hablar con tal pasión de un tiempo tan lejano. Yo mismo estoy sorprendido. Tal vez porque una vez más he acariciado el deseo de morir, cosas tan alejadas se recorten tan nítidamente en mi espíritu.
    Más tarde, sabes qué atroz educación quiso tu marido que se me diera; tengo cuarenta años y no puedo pensar sin dolor en los colegios, lo mismo que en el temor que me inspiraba mi padrastro. No obstante le quise y hoy, por lo demás, tengo la suficiente sensatez como para hacerle justicia. Pero es verdad que fue poco hábil hasta la obstinación. No quiero insistir, porque veo lágrimas en tus ojos.
    Finalmente, pude hacer mi vida y desde ese momento se me dejó caer del todo. Sólo me atraía el placer, una excitación permanente; los viajes, los muebles preciosos, los cuadros, las mujeres, etc. Hoy recibo cruelmente el castigo por ello. En cuanto al tutor judicial, sólo una palabra: hoy sé del inmenso valor del dinero, y comprendo la trascendencia de todo lo que se relaciona con él; concibo que hayas podido creer que lo hacías con acierto, que trabajabas por mi bien; pero con todo una pregunta, una pregunta que siempre me ha obsesionado. ¿Cómo es que jamás no te planteaste en tu fuero interno la siguiente idea: «Es posible que mi hijo no llegue a tener nunca el sentido de lo que es comportarse en el "sino grado que yo; pero también puede ocurrir que llegue a ser un hombre notable en otros aspectos. En ese caso ¿qué haré yo? ¿Lo condenaré a una doble existencia contradictoria; por una parte a una existencia digna de respeto, odiosa y despreciada, por otra? ¿Lo condenaré a tener que llevar hasta la vejez una marca lamentable, una marca perjudicial, un motivo de impotencia y tristeza?». Es evidente que si no hubiera habido tutor, todo se lo habría llevado la trampa, no habría habido más remedio que tomarle el gusto al trabajo. Ha habido tutor, todo se lo ha llevado la trampa y soy viejo y me siento desgraciado.
    Rejuvenecer ¿es posible? En eso radica la cuestión. Toda esta vuelta hacia el pasado no tenía otra finalidad que mostrar que puedo hacer valer ciertas disculpas, cuando no una completa justificación. Si notas algún reproche en lo que escribo, que sepas bien al menos que lo anterior en nada altera mi admiración por tu gran corazón, mi agradecimiento por tu abnegación. Siempre te has sacrificado. Lo tuyo es sólo el sacrificio. Menos razón que caridad. Yo te pido más, te pido, a la vez, consejo, apoyo, que nos entendamos completamente bien tú y yo, para salir de esto. Te suplico que vengas, que vengas, tengo los nervios al final de mis fuerzas, estoy a punto de que me falle el valor, a punto de perder la esperanza. Veo una continuidad en el horror. Veo mi vida literaria obstaculizada para" siempre. Veo una catástrofe. Por ocho días, podrías sin duda pedir hospitalidad a algún amigo, a Ancelle, por ejemplo. No sé lo que daría por verte, por abrazarte. Presiento una catástrofe y ahora no puedo irme contigo. París me es dañino. Ya por dos veces he cometido una imprudencia grave que tú calificarás más severamente; voy a acabar por perder la cabeza.
    Te pido la felicidad tuya y te pido la mía, mientras todavía seamos capaces de conocerla.
    Me has permitido que te confiase un proyecto, es el siguiente: Pido un término medio. Enajenación de una fuerte suma limitada a diez mil, por ejemplo, dos mil para liberarme ya; dos mil en poder tuyo para hacer frente a necesidades imprevistas o previstas, gastos en vivir, en ropa, etc., durante un año (Jeanne estará en una casa donde se le pagará lo estrictamente necesario). Por otra parte, luego te hablaré de ella. Una vez más eres tú la que lo ha provocado. Por último seis mil en poder de Ancelle o de Marin, y que se irán gastando poco a poco, sucesivamente, prudentemente, de manera que se puedan pagar tal vez más de diez mil y se evite toda conmoción y todo escándalo en Honfleur.
    Ya tenemos un año de tranquilidad. Por mi parte sería un tonto de remate y un pillo redomado si no lo aprovechase en renovar fuerzas. Todo el dinero ganado durante ese tiempo (diez mil, a lo mejor sólo cinco mil) se depositará en tus manos. No te ocultaré el menor asunto, la menor ganancia. En lugar de tapar huecos, el dinero se seguirá aplicando a las deudas y así sucesivamente en los años venideros. De este modo, tal vez pueda, gracias al rejuvenecimiento operado ante tus ojos, pagarlo todo, sin que mi capital disminuyese en más de diez mil sin contar, es verdad, los cuatro mil seiscientos de los años anteriores. Y así se salvará la casa, que es una de las consideraciones que tengo siempre presente.
    Si adoptases este proyecto de beatitud, me gustaría haberme mudado ahí de nuevo a fines de mes, quizás ahora mismo. Te autorizo a que vengas por mí. Sin duda comprendes que hay una multitud de detalles que no incluye una carta. En una palabra, quisiera que no se pagase ninguna suma hasta que tú no dieses tu consentimiento, hasta no haberlo debatido a fondo entre tú y yo, en una palabra, que tú te convirtieses en mi verdadero tutor. ¿Es posible que llegue uno a verse obligado a asociar una idea tan horrorosa a otra tan dulce como la de una madre?
    En este caso, desgraciadamente, habrá que decirle adiós a las pequeñas sumas, a las pequeñas ganancias, cien por aquí, doscientos por allá, que supone la rutina de la vida parisiense. Entonces sería el turno de las grandes especulaciones, de los grandes libros, cuyo pago se haría esperar más tiempo. No consultes más que contigo misma, con tu conciencia y con tu Dios, ya que tienes la suerte de creer. No hagas partícipe de tus pensamientos a Ancelle a no ser con reservas.
    Es una buena persona; pero tiene la mente estrecha. No puede creer que un mal sujeto por voluntad propia, que ha tenido que llamar al orden, sea un hombre importante. Me dejará reventar por cabezonería. En vez de pensar únicamente en el dinero, piensa un poco en la gloria, en el descanso y en mi vida.
    En este caso, digo, no iría a pasar temporadas de quince días y de uno o dos meses. Sería una estancia permanente exceptuados los casos en que vendríamos juntos a París.
    El trabajo de las pruebas de imprenta puede hacerse por correo.
    Otra idea tuya equivocada que debes rectificar y que reaparece una y otra vez en tu pluma. No me aburro nunca en soledad, no me aburro nunca a tu lado. Lo único es que sé que lo pasaré mal a causa de tus amigos, pero lo acepto.
    Alguna vez se me ha pasado por el pensamiento convocar un consejo de familia o presentarme ante un tribunal. Bien sabes que tendría cosas muy sabrosas que decir, aunque sólo fuera esto: He producido ocho volúmenes en condiciones horribles. Puedo ganarme la vida. ¡Se me está asesinando con deudas de juventud!
    No lo he hecho por respeto a ti, por consideración hacia tu horrible sensibilidad. Dígnate agradecérmelo. Te lo repito; me he obligado a no recurrir a nadie más que a ti.
    A partir del año próximo, dedicaré a Jeanne la renta del capital restante y ella se irá a algún sitio en que no esté en una soledad absoluta. Esto es lo que le ha sucedido: su hermano la metió en un hospital para quitársela de encima y cuando ha salido ha descubierto que le había vendido una parte de su mobiliario y de su ropa. Desde hace cuatro meses, desde mi huida de Neuilly, le he dado siete francos.
    Te lo suplico, paz, dame paz, dame el trabajo y un poco de ternura.
    Es evidente que entre mis cosas actuales hay algunas horriblemente urgentes; así, he cometido de nuevo la falta, en medio de esos tejemanejes inevitables de los bancos, de apropiarme para mis deudas personales de varias centenas de francos que no me pertenecían. Me he visto absolutamente obligado a ello; ni que decir tiene que esperaba reparar el mal inmediatamente. Una persona, en Londres, me niega los cuatrocientos francos que me debe. Otra, que había de remitinne trescientos, está de viaje. Siempre lo imprevisible. - Hoy he tenido el terrible valor de escribir a la persona concernida confesándole mi falta. ¿Cuál va a ser la reacción? No tengo idea. Pero he querido quitarme un peso de la conciencia. Confío en que, por consideración a mi nombre y a mi talento, no se armará un escándalo y se querrá esperar.
    Adiós. Estoy extenuado. Entrando en detalles de salud, no he dormido ni comido desde hace casi tres días; tengo un nudo en la garganta, - y hay que trabajar.
    No, no te diré adiós, pues espero verte.
    Por lo que más quieras léeme con mucha atención y trata de comprender.
    Sé que esta carta te afectará dolorosamente, pero en ella hallarás a buen seguro un tono de dulzura, de ternura e incluso de esperanza que muy rara vez has oído.
    Y te quiero.
CHARLES

Traducciones de Baudelaire


Os dejo los dos enlaces siguientes en los que podréis encontrar poemas de Baudelaire en francés original y su traducción pertinente. Como comentamos en clase, se pierde la sonoridad y las correspondencias formales, pero vamos a conformarnos, al menos, con comprender el sentido de los textos.
http://www.amediavoz.com/baudelaire.htmhttp://
www.upf.edu/materials/fhuma/webby/lectures/t5/baudelaire.pdf

lunes, 4 de marzo de 2013

Vida y obra de C. Baudelaire

                                      Este vídeo nos acerca a la vida y la obra de Baudelaire

Os presento a Baudelaire

Muy contenta con vuestros resultados¡Enhorabuena a todos!
Para no perder el ritmo, entramos de lleno en la tercera evaluación y nuestro próximo autor, Baudelaire y Las flores del mal. Vamos a ponerle rostro al poeta maldito.

                                                                       Misterioso, ¿no?

                                           Su obra más famosa, que estudiaremos este mes de abril.

                                     ¡Ánimo, que aunque la lírica nos cueste un poquito más, podemos!